jueves, 18 de octubre de 2012

La Gomera

No me enorgullece decir que alguna vez le disparé a un ave. Que mi puntería siendo tan mala y el pájaro tan salvaje y sin miedo, dejó que le erre dos veces corriéndose este sobre una rama a los saltitos hasta que recién en el tercer disparo le di. Éramos dos giles que nos habíamos puesto en situación de supervivencia solo para demostrarnos a nosotros mismos lo bravos que éramos. De tan bravos y tanto hambre que pasamos, el pajarraco nos sirvió de carnada para pescar porque no éramos capaces de hallar ni una lombriz de lo pavos que nos habíamos vuelto comiéndonos el mundo. El pájaro no nos aportaba ni media caloría ya que la pechuga era chica y nosotros; dos muertos de hambre.
A continuación les presento una gomera. La de la historia aún la conservo, pero la tiene mi hijo.
La gomera no solo puede ser un arma eficiente para proveerse de alimentos. Puede llegar a ser muy entretenida de usar contra blancos no vivos mientras disfrutamos del aire libre. Es sorprendente como a medida que se utiliza se va generando un aprendizaje en su uso hasta el punto tal que uno se hermana con el elemento como si fuese una extensión nuestra.
Se pueden colgar móviles de las ramas de los árboles para intentar afinar nuestra puntería con objettos en movimiento.
No es un juguete y a pesar que la hemos utilizado desde niños, es necesaria suma responsabilidad en su manejo.
Esta estaba guardada en un cajón sin goma y sin parche de cuero. Me puse a trabajar en ello y una vez terminada con menos peligrosas municiones de bolitas de papel, instruí a mi hija menor de ocho años en su manejo. La sonrisa de ver su entusiasmo todavía me dura.

Se pliega y no ocupa nada

Ya hace un tiempo que comprendí que no necesito matar animales para aprender como cazarlos en caso de necesidad.

VIKINGO

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